EL DEPORTE NO ES VIOLENCIA
Los últimos acontecimientos que han manchado nuestro deporte
han despertado, de nuevo, nuestra conciencia. Lamentablemente, tienen que
ocurrir sucesos como la muerte de una persona o agresiones salvajes en campos
de inferior categoría para plantearnos seriamente una solución global para un
problema que está vinculado, sobre todo, al fútbol. Al menos, en nuestro país,
es complicado ver episodios de violencia radical en otros deportes. Es difícil
encontrar algo similar en un partido de baloncesto, balonmano o una prueba
atlética.
Como todos los comportamientos que tienen una raíz profunda
en nuestra sociedad, debemos atacar el
problema desde diferentes flancos. El objetivo principal debe ser la formación
y educación de los más jóvenes que, al final, serán los protagonistas del
futuro, pero sin olvidar todos los actores que forman parte del proceso.
Desde sus primeros pasos en el deporte, nuestros hijos deben
ser educados en el esfuerzo, el respeto hacia los contrarios, la solidaridad y
el compañerismo. El deporte como un elemento más para el crecimiento de la
persona. La competitividad mal entendida o la violencia deben ser desterradas
y, para ello, es fundamental la formación.
En este aspecto, los entrenadores, los directores de grupo,
deben manejar y difundir los valores necesarios para la educación de los más
jóvenes. Para ello, es necesario que los técnicos adquieran la formación
correcta en ese sentido. Nos encontramos entrenadores muy preparados para tal
empeño y otros cuya actitud deja mucho que desear.
Otro factor fundamental es el papel de los padres. En muchas
ocasiones, la violencia comienza en casa y en la grada. Hay comportamientos
censurables y una presión excesiva, y mal entendida, de los propios padres
hacia sus hijos. Todos hemos vivido actitudes fuera de toda lógica y educación
en un campo de fútbol por parte de las personas que deben dirigir la formación
de sus hijos.
Por supuesto, desde las federaciones debemos impulsar
políticas de actuación al respecto. Promover la formación y educación deportiva
de jugadores, técnicos, familiares y aficionados. Sancionar con dureza los
comportamientos violentos y premiar las actitudes positivas en el deporte.
Para que todo ello alcance el objetivo deseado, pilares
fundamentales son los medios de comunicación, encargados de difundir los
valores y comportamientos que nos debemos encontrar en cualquier escenario
deportivo. Junto a ellos, los profesionales y directivos deben dar ejemplo, por
la repercusión que tiene su forma de actuar en todos sus seguidores.
Tenemos que tener conciencia de la magnitud del problema y
la dificultad para solucionarlo. Y, sobre todo, que se trata de un problema que
debemos solucionar entre todos. Solo así, y con la perseverancia a lo largo del
tiempo, conseguiremos un deporte más limpio.