martes, 24 de noviembre de 2015


FÚTBOL Y TERRORISMO

La repercusión del fútbol a nivel mundial y su dimensión hace que sea objetivo, en muchas ocasiones, de indeseables que buscan una amplia caja de resonancia de sus actos. Llevamos años comprobando como grupos de violentos, escudados tras unas supuestas ideas políticas radicales, se instalan en los estadios y en los clubes de fútbol.

Ahora, el asunto ha llegado mucho más lejos. Los desgraciados acontecimientos de París han hecho sonar todas las alarmas en el mundo entero y, de nuevo, el fútbol se ha encontrado en el epicentro de un terremoto de consecuencias incalculables: grandes acontecimientos futbolísticos en el punto de mira, partidos suspendidos, extrema seguridad, miedo… Realmente, buscar una razón lógica es una pérdida de tiempo. El fútbol, con sus excepciones, es un ejemplo de tolerancia, solidaridad y convivencia.

En un equipo de fútbol conviven personas de diferentes razas, distintas religiones e ideas políticas variopintas. Nunca es el problema. Ni en la relación entre jugadores o entre clubes. Hay jugadores que rezan antes de los encuentros, que muestras camisetas con la imagen de Jesucristo, que se persignan antes del comienzo de un encuentro y, jamás, hubo un reproche ni en el campo ni en la grada por hacer públicas sus creencias. El fútbol, en esto, es un ejemplo. Es más, los absurdos gritos racistas se producen contra jugadores del equipo contrario, nunca hacia los propios, aunque el color de su piel sea el mismo.
 

Por todo ello, la maniobra del terrorismo más radical intenta golpear el corazón de una sociedad y, entre sus debilidades, se encuentra el fútbol. La actitud ha sido la correcta, la necesaria. El ejemplo lo ofrecieron las aficiones de Inglaterra y Francia con la Marsellesa como símbolo de la unión en contra del terrorismo.

No obstante, tenemos mucho que mejorar. La respuesta, en esta ocasión, ha sido contundente. Sin embargo, debemos aprender a no medir la importancia de las tragedias por el lugar en el que ocurre. Si la solidaridad internacional funcionase de la misma forma, y utilizara también los acontecimientos deportivos para tener repercusión con otras tragedias que se producen en otros continentes –África, Asia…,- tendríamos la sensación de estar contribuyendo a un mundo mejor, sin muertos de primera y segunda categoría.