miércoles, 28 de octubre de 2015


¡PAPÁ, ESCUCHAME!

A lo largo de la temporada son muchas las ocasiones en las tengo la oportunidad de presenciar partidos de categorías inferiores. Muchas las oportunidades en las que soy testigo de las relaciones que, entre padres y futbolistas se dan en estos contextos. Padres que sufren verdaderas transformaciones y futbolistas que sufren las transformaciones de sus padres.

                Sobre este tema hay mucho escrito, mucho debatido, muchas charlas y conferencias impartidas, horas y horas de reflexión y a pesar de todo ello, sigo viendo las mismas actitudes que había en los padres cuando empezaba mi carrera de entrenador hace ya más de 20 años. Sigo viendo al padre detrás de la portería alterando al portero (sea su hijo o no), al padre que recorre la banda a modo de entrenador con voces que no llegan a ningún sitio, al padre que increpa al árbitro hasta por la forma de sortear el campo… y por supuesto a ese niño con la mirada perdida buscando la aprobación o las indicaciones de sus padre sin disfrutar de algo que le gusta y no teniendo las vivencias que corresponden a su edad.



 

                Pero a pesar de todo ese esfuerzo de clubes, entrenadores, órganos federativos, tal y como decía antes, la vida sigue igual.  Y yo desde aquí, desde mi blog me pregunto, ¿alguna vez hemos escuchado o hemos hecho partícipe de todas experiencias a los niños? Os puedo asegurar que escuchar a un niño hablar de lo que siente cuando escucha a ese padre descontralado, vale más que charlas a padres, conferencias y debates. He podido escuchar a niños decir, “Estoy harto de los gritos de mi padre”, “¡Papá al niño que insultaste y llamaste bulto, es mi amigo” “Ya no me lo paso bien, ojalá mi padre no viniera más a verme”. Estas letras que pueden parecer suaves, escuchadas de la boca de un niño tras un partido y con lágrimas en los ojos, impresiona y te deja un hondo pesar. Por eso propongo que ¡vamos a escuchar a nuestros hijos! ¡vamos a dejarlo que expresen lo que sienten! Porque de esta forma os aseguro que nuestra actitud irá cambiando y nos centraremos más en el niño, en la persona, que en el futbolista.